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La Peste negra o peste bubónica

En el siglo XIV entre los años 1346-1353 estalló una de las mayores pandemias vividas en la historia.
Sin embargo se ignoraba por completo tanto sus causas como su tratamiento. Esto, junto con la gran velocidad de propagación, la convirtió en una de las mayores pandemias de la historia.

Evolución

Esta epidemia se extendió sin control aunque afectó a algunas zonas más que a otras.
Por ejemplo Milán logro evitar repercusiones significativas, mientras en Florencia quedó devastada.
Se dice que en París enterraban a 800 muertos cada día en el punto álgido de la peste, pero en otros lugares no se produjo tal carnicería. Una media del 30% de la población de las zonas afectadas perdió la vida, aunque algunos historiadores prefieren una cifra más cercana al 50%, y probablemente fue así en las ciudades más afectadas. Así, las cifras de muertos oscilan entre 25 y 30 millones en Europa entre 1347 y 1352. La población de Europa no volvería a los niveles anteriores a 1347 hasta alrededor de 1550.

En el siglo XIX se superó la idea de un origen sobrenatural de la peste.
 El temor a un posible contagio a escala planetaria de la epidemia, que entonces se había extendido por amplias regiones de Asia, dio un fuerte impulso a la investigación científica, y fue así como los bacteriólogos  Kitasati Es conocido por ser el codescubridor del agente infeccioso de la peste bubónica en Hong Kong en 1894, casi de manera simultánea con el biólogo suizo Alexandre Yersin. y Yersin, de forma independiente pero casi al unísono, descubrieron que el origen de la peste bubónica era la bacteria yersinia pestis, que afectaba a las ratas negras y a otros roedores y se transmitía a través de los parásitos que vivían en esos animales, en especial las pulgas (chenopsylla cheopis), las cuales inoculaban el bacilo a los humanos con su picadura.
Los médicos medievales no tenían el conocimiento de las bacterias y no sabían como tratar esta enfermedad.

 Había tantas víctimas de la peste y tantos cadáveres que las autoridades no sabían qué hacer con ellos, y las carretas apiladas con cadáveres se convirtieron en una visión común en toda Europa.

Transmisión  


Las bacterias que causan la peste generalmente infectan a los roedores salvajes, como las ratas, los ratones, las ardillas y los perros de las praderas. La bacteria se transmite por la pulga de la rata. Cuando los roedores mueren, las pulgas pueden migrar a los roedores que viven cerca de las personas, y de ellas a los animales domésticos, especialmente los gatos. Las pulgas de la rata pueden entonces picar a las personas y transmitir la infección. Las personas también pueden infectarse por un corte en la piel si tienen contacto directo con un animal infectado.


En raras ocasiones, la infección se transmite de persona a persona al inhalar gotitas dispersadas al toser o al estornudar. Las bacterias se alojan en los pulmones y causan un tipo de neumonía (peste neumónica). El contagio entre personas, por lo general, solo ocurre cuando estas viven con una persona afectada de peste neumónica o cuidan de ella.

Las bacterias de la peste son un arma biológica potencial. La bacteria se propaga por el aire y puede ser inhalada. El tamaño de la partícula transportada por el aire determina el lugar de las vías respiratorias donde se alojan las bacterias las partículas más pequeñas se alojan en los pulmones, causando la peste neumónica. Las partículas más grandes se alojan en la garganta (faringe) y causan la peste de la garganta (peste faríngea)

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